sábado, 3 de marzo de 2007

Las camisas de Presirlar


En los años 50 nos llegaban del país vecino unas camisas acrílicas que solíamos llamar camisas de presirlar, tenían la magia de que no se arrugaban .
Recuerdo que mi madre me compro una camisa de estas con mucha antelación a la feria de Septiembre, esto se convirtió para mi en un suplicio, pues dicho mes se hizo en algo inalcanzable, yo loco por estrenar mi camisa, y mi madre como aquellas madres implacables que no te permitían hacer lo que a ti te viniera en gana, la única solución era cada día a espalda de mi madre ponerme delante del espejo y probarme la camisa, ¡¡Que feliz Era en aquellos instante!!,con que poco se conforma un pobre.
Esa es la manera de apreciar el valor de las cosas, saborearlas poco a poco, que feliz era heredando unos pantalones de mis hermanos.
Hoy contemplas a tus hijos y tus nietos, con sus consolas sus teléfonos, que cambio ha dado la vida.
¿Es bueno esto para ellos?
¿Educamos a nuestros hijos correctamente?
¿Le enseñamos el valor de las cosas?
A nosotros los maestros nos pegaban con la regla.
Hoy las noticias cuentan que los alumnos le pagan a sus profesores.
La polémica esta servida, espero vuestras opiniones.
Fontenla

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