sábado, 3 de marzo de 2007

Las calderas del poleo

Dedicado Alicia Garcia: pues yo se que este escrito le produce añoranzas de su juventud

Hay un aroma que impregna mi celebro “Poleo”, quien no recuerda cada año cuando llegaban a nuestro pueblo las calderas del poleo.
Era otro medio de vida para ganarse unas pesetillas para aliviar nuestras maltrechas economías en tiempos tan difíciles por una temporada, donde una mayoría se lanzaba al campo en busca de tan aromática planta, como en todas las cuestiones del campo había que saber los sitios claves donde poder encontrar y en grandes cantidades, para después segarla y preparar las cargas que luego se transportaba en los burros, mulos ó caballos hasta el Rodeo que era donde tenían por costumbre instalarse las calderas cada año, allí te las pesaban en las romanas herramienta tan utilizada en aquellos tiempos “por cierto en nuestro pueblo teníamos un experto en fabricar romanas”.
Recuerdo como luego era cocido el poleo en grandes calderas para irse filtrando lentamente a unos recipientes, el poleo era utilizado por nuestras madres como medicina para los resfriados, solían dártelo calientito acompañado de una aspirina al acostarte por la noche remedios caseros que en la mayoría de los casos solían ser efectivos.
Recuerdo que en una ocasión que me dijo un medico, las enfermedades tienen tres días de entrada y tres de salidas nosotros recetamos y el resto lo pone Dios, en aquellos tiempos de necesidades nuestras madres se comprometían hacer de médicos y de Dios, y la verdad que lo hacían muy bien.
Yo por mi proximidad con el Rodeo pues vivía en la C/ Coso tocando los Molinitos era un previligiado al percibir tan agradables aromas.
Fontenla

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